La oración es el oxígeno de nuestra vida cristiana: nos permite respirar, estar sanos, aliviar nuestras dolencias, seguir caminando y sobre todo acrecentar nuestra relación con Dios. La oración pasa por momentos de aridez y de grandes frutos, este ritmo es parte de nuestra vida espiritual. Es normal que pases por momentos de gran gozo y consolación interior, y otros donde parece todo oscuro y desolado. ¡No te desanimes nunca al orar! Hay que orar con perseverancia. Recuerda que la oración es un diálogo con el Señor, es sobre todo escuchar su voz tenue que resuena en nuestro interior. Hay que orar, pero como dice el Papa Francisco: «orar, permítanme decirlo, con la carne: que nuestra carne ore. No con ideas, sino orar con el corazón». Este es un verdadero desafío, pero, ¡sí se puede! ¡no tengas miedo! Si te cuesta orar ten en cuenta estos 7 elementos que pueden ayudarte a mejorar tu vida espiritual y tu oración.
- «La oración hace milagros, ¡pero tenemos que creer! Creo que podemos hacer una hermosa oración… y decirla hoy, todo el día: «Señor, creo, ayúdame en mi incredulidad» …y cuando nos piden que oremos por tanta gente que sufre en las guerras, por todos los refugiados, por todos aquellos dramas que hay en este momento, rezar, pero con el corazón al Señor: «¡Hazlo!», y decirle: «Señor, yo creo. Ayúdame en mi incredulidad» Hagamos esto hoy» (20 de mayo de 2013).
- «La oración, frente a un problema, en una situación difícil, en una calamidad, es abrir la puerta al Señor para que venga. Porque Él atrae las cosas, Él sabe arreglar las cosas y acomodar las cosas. Orar es esto: abrir la puerta al Señor, para que haga algo. Pero si cerramos la puerta, ¡el Señor no puede hacer nada!» (8 de octubre de 2013).